miércoles, 25 de abril de 2012

El tonto


Soy un tonto que, algunas veces, se cree que vale algo más que cualquier otro tonto de los que circulan por la vida, de los que se cruzan y entrecruzan por las calles, en las estaciones o en cualquier otra parte.
Pero ahí esta la vida para mostrarme, en su cotidianidad, que solo soy eso: un tonto más.

Un tonto soñador que, demasiadas veces, se olvida de su condición y se enfila al abismo de una ilusion o una esperanza, del que resbala constantemente y siempre esta a punto de caer y estrellarse contra el fondo. Pero siempre, también, encuentra alguna rama, algún saliente al que asirse y, superando la pendiente, vuelve a recuperar el equilibrio y regresar al punto donde, de nuevo, volvera a sentirse a salvo; aunque sabe que volverá a asomarse para, inevitablemente, caer de nuevo. 
Es tan atractivo ese abismo, es tanta la necesidad de arriesgarse para encontrar la quimera de la felicidad que, a pesar de las heridas, de los golpes y las desilusiones, siempre se reincide.

Soy un tonto que espera, como todos los tontos, lo que nunca llega.

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